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¿Cómo llegó el arte textil a tu vida?

Mi primer acercamiento al arte textil fue cuando era pequeña. Mi familia pasó por un buen momento económico por lo que decidieron ponerme en un colegio de monjas. Esos años tuvieron muchos pasajes tristes, entre arribismo, cinismo y discriminación (porque el buen pasar de mis padres pasó definitivamente y volvimos a ser pobres en un mundo de seudo ricos). Una de las buenas cosas que me dejaron las monjas fue el aprender a tejer y bordar, labores que en ese entonces estaban enfocadas al sometimiento femenino o en las funciones domésticas de la mujer.


Aquí debo hacer un alto y darle un poco de mérito a mi madre (quien odia tejer o coser). Recuerdo que fue ella quien me compró unos palillos para que tejiéramos juntas, lo malo es que a ella no se le daba tan bien o al menos no disfrutaba haciéndolo, así que la actividad en conjunto se deshizo en el tiempo.

Estudiar en Chile...


Estigmatizada por el adoctrinamiento machista de la enseñanza textil, no volví a bordar o tejer hasta mi primer año de U. Me acuerdo que me costó mucho decidirme entrar a la universidad (pues nadie en mi familia lo había hecho y nadie tenía intenciones de que yo sí lo hiciera). Sumado a lo anterior, estudiar cualquier carrera asociada a las artes requiere de un enorme gasto extra en materiales, por lo que el camino se me veía difícil si no conseguía un trabajo que me permitiese costear mis estudios. ¿Por qué les cuento esto? Bueno, aquí viene mi reencuentro con el textil.


Me recuerdo que para la clase de pintura me era muy complejo comprar óleos. Un día requería con urgencia de rojo y otros colores que no poseía, así que “care palo” como decimos en Chile, bordé con lanas que tenía por ahí las partes que me faltaban para tener los colores que quería en mi obra.


Este es el Cuadro de la historia (muchas partes están tejidas)



Entre precariedad, creatividad y un profesor iluso


Afortunadamente, el profesor (un vejete ultra mega estereotipo de artista) pensó que lo mío era una innovación en la pintura, así que me felicitó por mi audacia. Lo que ese profesor nunca supo es que lo que me llevó a usar lanas en mi pintura fue la carencia de materiales. Gracias a ese encuentro fortuito entre precariedad, creatividad y un profesor iluso, no paré nunca más de tejer en mis cuadros. Incorporé botones, hilos, telas y decidí aprender toda técnica textil que me permitiese experimentar en mis creaciones.

Cuéntame en un comentario cómo llegó el arte textil a tus manos.




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